No es la Casa de Tucumán es la Casa Histórica

Tucumanos aclarando todo el tiempo: no es la Casa de Tucumán, es la Casa Histórica. La dibujamos en el cole, los que son de cincuenti como yo, saben de que les hablo. Aprender a hacer el dibujo en ochitos de los costados de la puerta, pintarla de blanco, a veces con las tejas rojas, otras verdes.. Y ahí estaba frente a mí, blanca hermosa, puertas y ventanas de un azul intenso. Pequeña pero enorme por lo que significa. En una calle peatonal, angosta. Cerquita de la plaza, rodeada de edificios bellísimos, tan históricos como la “casa”. Porque si en Tucumán, se dice la “casa”, todos sabemos a cuál nos referimos.

La conocí en julio 2019, unos días después de los festejos del aniversario del Día de la Independencia. Aún estaba decorada para la ocasión de su cumpleaños.

Viaje hermoso que hicimos madre, hija y nieta. Si podés, recomiendo mucho estos viajes con genética compartida.

Llegamos con vuelo de Aerolíneas Argentinas a San Miguel de Tucumán, nos tomamos dos días para recorrer la capital de la provincia, para luego tomar un bus hacia el norte, rumbo a Cafayate.

Y como suele suceder, si uno programa dos días, le hubieran hecho falta tres. Y si hubieran sido tres, seguro hacía falta el cuarto. Porque los lugares no son solo los monumentos, edificios , atractivos naturales que están en la guía de la oficina de turismo. Eso es para empezar. Todos los lugares tienen esos encantos que no salen en las publicidades, la gente, un cafecito, un rincón mirando el cerro, el olor a limón de una plantación, la maestra que sale de la Casa Histórica con sus alumnos de guardapolvo blanco que emanan argentinidad por los poros, esos momentos tan únicos y tan personales que hacen que cada viaje, cada sitio, sea tan de uno y que cuando revive el viaje años después, es lo primero que le viene a la mente.

Y a mí, esa foto que nunca logramos que saliera sin gente, con mi mamá y mi hija en la puerta decenas de veces dibujadas de la Casita de Tucumán (perdón tucumanos), esa es la impronta mental de ese viaje.

Y hoy 9 de julio, me pareció lindo recordarlo y buscar las fotos para ustedes. Y contarles que si aún no la conocés, la pongas en agenda para alguna escapadita, porque vale la pena. Confieso que lo que más me gustó fue su patio colonial, perfectamente cuidado, con sus rosas federales rojas en las ventanas y un solcito invernal, que si no fuera edificio histórico, daba para el mate con bizcochitos… como seguramente deben haber hecho algunos de los congresistas allá por 1816.

Les dejamos el link a la casa https://casadelaindependencia.cultura.gob.ar/ con horarios, historias y espectáculos.

Feliz día de la Independencia para mi querida Argentina.

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