Museos de Arte: ¿Placer o Cansancio?

Permítanme una reflexión aprovechando que el próximo 16 de noviembre se celebra el día internacional del patrimonio mundial. Patrimonio mundial… bajo cuyo paraguas se incluyen una enorme variedad de legados: pueden ser naturales o culturales (tangibles o intangibles). Podemos pensar en los museos como ‘contenedores’ de parte de ese patrimonio cultural. Y, en especial los museos más conocidos ‘contienen (sujetan)’ gran parte de ese patrimonio mundial, lo cual los convierte en estructuras ‘monstruosas’: en ellos encontraremos obras de distintas latitudes, de distintos siglos, en distintos formatos y tamaños.

Tal vez por eso visitar museos, sobre todo cuando son muy famosos, parece ser, muchas veces, una escala obligatoria al planificar un viaje a una ciudad. A pesar de que no nos interese ni una pepa el arte y no conozcamos el museo de nuestra propio lugar. Y lo que podría ser un momento de placer se transforma en un maratón sin sentido. Los museos suelen tener de medianas a grandes dimensiones, lo cual nos obliga a un cierto entrenamiento físico para poder sobrellevar el recorrido. Pero también nos obliga a un cierto entrenamiento visual y no sólo para leer los cartelitos que indican los títulos y autores de las obras, sobre todo para quienes pasamos los 40. ¿Qué hacer? ¿Descartar la visita al museo? ¿Hacer un curso acelerado de historia del arte?

Cada una debería sopesar si tiene interés en disfrutar/perder una tarde o, a veces, un día dentro de un museo. En la elección de una de esas dos palabras está la respuesta. Si optamos por perder todo es más sencillo: descartar la visita aun si cuando regresamos nuestros familiares y amistades nos lanzan frases como: ¿¿¿no fuiste al Louvre, al MOMA, a la National Gallery, al British Museum, etc. etc. etc.??? Ser capaces de responder sin disculparnos, sin argumentos del tipo: me fui por pocos días, cuando me di cuenta era el día en que estaba cerrado, la entrada era cara… ¿Por qué no decir claramente que había otras cosas que nos resultaron más interesantes? Por ejemplo, preferí ir a los mercados callejeros, sentarme o pasear por un parque, subir al edificio más alto posible para ver una panorámica.

Podrán decirme “se puede hacer todo eso y también visitar los museos”. Bueno, eso depende del tiempo que hayan destinado a ese lugar y, como dije antes, el estado físico no es menor. Con una mano en el corazón… quienes hayan viajado, ¿recorrieron cada sala del Louvre, cada sala del Metropolitan de Nueva York y cada sala de las National Galleries? No me mientan… es imposible… Creo que ni siquiera se lograría haciéndolo en bici y deteniéndonos 5 milisegundos en cada obra.

Si preferimos disfrutar, y siguiendo el razonamiento anterior ¿debemos hacer un curso acelerado de historia del arte? Mmmm… Busquemos otras opciones: tomar la visita guiada (la mayoría de las veces autoguiada), elegir museos o galerías de dimensiones reducidas o, si se trata de los grandes museos, ir con una selección previa de obras y artistas para armar nuestro recorrido. Si hemos optado por disfrutar seguramente esto último no nos resultará tan complicado, tendremos períodos, obras y artistas preferidos o que nos generen alguna inquietud. Porque si emprendemos la maratónica tarea sin un plan tal vez nos perdamos de ver alguna obra que nos conmueva el alma y la mente. Tal vez La Gioconda no sea una de las elegidas a pesar de su fama (mmm… ¿siempre fue tan famosa?). Elijamos, entonces, nuestro ranking y saboreémoslo!

Leonardo da Vinci, La Gioconda, Louvre, s. XVI-Marcel Duchamp, L.H.O.O.Q., postal intervenida, 1919

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